Del pensamiento de don Omar Dengo Guerrero, insigne educador costarricense, visionario y exdirector de la Escuela Normal de Costa Rica, casa de estudios y formadora de los y las grandes educadoras de Costa Rica de mediados y finales de Siglo XX, podemos encontrar frases de profunda reflexión para nuestro ser, hacer y convivir como docentes, las cuales no pierden valía a través del tiempo.
Entre ellas, quiero traerles una en especial, que recoge la esencia de que lo que perseguimos en ULICORI con la formación de educadores y educadoras con identidad costarricense:
“No hay probablemente aprendizaje más fecundo que el de entregarse a esta labor con el corazón, sobre todo si se pone el pensamiento en la fe de que los grandes intereses del espíritu van a encontrar en nosotros una íntima resonancia.” (Omar Dengo Guerrero, 1888-1928)
Brindar la más sólida formación académica es un gran reto en la Escuela de Educación, pero, sobre todo, abrir las mentes y los corazones de quienes sembrarán en la generaciones presentes y futuras los más altos valores de la profesión docente y del ser costarricense -ética, responsabilidad, amor, esperanza, visión de futuro, compromiso, identidad nacional, entre otros- que repercuten tanto en la formación de la ciudadanía amante de la Patria que tanto anhelamos hoy en día, como en el ser, hacer, pensar y sentir de docentes que sepan con hidalguía enfrentar los retos que anteponen a la convivencia humana, la globalización y la crisis no solo de índole socioeconómica, sino también, en la educación espiritual y en valores.
Por ello, estudiar en ULICORI las carreras de Ciencias de la Educación, en sus diferentes énfasis, representa el reto no solo construir conocimientos científicos, sino también, aquellos que sientan las bases de la formación de profesionales conscientes de su responsabilidad social para con sus semejantes, consigo mismo y con la Patria.