Discurso pronunciado por la Rectora de la Universidad Libre de Costa Rica con motivo de la anexión del Partido de Nicoya y develación del Mural del Himno de Guanacaste en la Sede de Santa Cruz.

Un reconocido periodista de la Bajura, don José Manuel Peña, al referirse a estas entrañables tierras, suele llamarlas, el Guanacaste Eterno, y quisiera valerme de esta feliz expresión para hacer mis reflexiones en esta mañana de víspera de la Anexión, inmejorable fecha seleccionada, para develar este mural. 

¿Qué hace eterno a algo?

La fuerza, el vigor, el valor, la memoria. Y de alguna manera estas cuatro palabras describen a Guanacaste.  

La fuerza de sus bravíos pobladores: mujeres y hombres que con su trabajo diario y dos veces centenario, han construido una provincia pujante, progresista, de ciudades que se desarrollan y de paisajes idílicos, verdaderos deleites para los sentidos. 

El vigor de sus paisajes, con veranos sin tiempo que calan hasta lo más hondo de la tierra, haciendo sudar las frentes de sabaneros y mujeres afanadas. De inviernos feroces que nutren las llanuras, haciéndolas producir con abundancia los frutos de las siembras. 

El valor de Diría y de Nicoya, como reza el himno de la Anexión, que nos recuerda la sangre Chorotega, que, junto con la herencia española, generaron este mestizaje, mezcla de sangre y culturas que han hecho de esta tierra, la cuna de nuestro folclore, impregnando de maíz, playas y bailes, toda el alma nacional. 

Y la memoria, porque Guanacaste está en el corazón de la Patria por las glorias que se han escrito en estas tierras, regadas también con la sangre de los héroes, que han dejado sus vidas en las Haciendas de Santa Rosa y del Jobo, en las batallas de 1856, de 1919 y de 1955. Brillando con particular fuerza la preciosa vida del maestro García Flamenco, ofrendada ante el altar de la Patria, en lucha valiente contra la dictadura de los Tinoco. 

Hoy entonces, nos preguntamos, cómo rendir tributo a esta fuerza, a este vigor, a este valor y a esta memoria. ¿Cómo estar a la altura de la herencia recibida, no para conservarla solamente, sino para hacer germinar aún más la preciosa semilla sembrada por los que nos precedieron? ¿Cómo hacer que el Guanacaste Eterno, no reniegue de sus raíces, sino que se nutra de ella para hacer crecer este Guanacaste de hoy y del futuro? 

Porque no es repetir la historia, no es inmovilizarse en el pasado, es saber de qué tradición somos hijos e hijas, qué podemos mejorar de nuestro presente y qué imaginamos para el mañana de esta tierra bravía. Y es aquí donde emerge nuestra responsabilidad personal. Porque la historia ahora pasa por nuestras manos. La historia, la personal y la comunitaria, no es responsabilidad de otros. Es el producto de la claridad que tengamos, sobre cómo deseamos vivir como pueblos y como personas. Y en esta tarea, la Universidad -esta y todas- tiene un rol fundamental, como centro generador de pensamiento, como casa de formación de seres humanos, como fuente de inspiración, para generar ideales de bienestar y de vida buena. 

Hoy como ayer, delante del desafío que enfrentan en los tiempos actuales las universidades, la educación superior en general, es bueno recurrir a las fuentes del pensamiento educativo costarricense, para beber de sus fuentes e iluminar el camino que tenemos por delante para ser fieles a la hermosa herencia que hemos recibido de nuestros antepasados. 

Dos grandes costarricenses, don Roberto Brenes Mesén y don Joaquín García Monge, nos colocan delante del ideal de la educación universitaria, permitiéndonos ver con claridad, la estrella a la que debemos enganchar el carro de nuestra historia. 

Dice el maestro Brenes Mesén: 

“Nuestra Universidad será más profundamente humana mientras mejor y más intensamente contemple nuestra realidad nacional…La Universidad no desempeñará la función de extender títulos después de un cierto número de años, sino la de despertar las mejores fuerzas dormidas aún en la naturaleza interior de la juventud… 

La Universidad desempeñará más cumplidamente la función de hacer pensar, de crear ideas, no porque sean nuevas para el mundo, sino porque los jóvenes las descubren por sí mismos…” 

Y finalmente, don Joaquín García afirmaba: 

“–La academia– de nuestro país, en nuestro concepto, debe aspirar a estimular lo inventivo, a promover el espíritu de empresa, a plantar en el corazón de cada individuo la maravillosa semilla de la confianza en nuestras propias fuerzas. -En la academia- debemos aprender para la vida…no para cumplir programas ni para rendir exámenes…La visión directa de las cosas, la adquisición de los conocimientos por medio de la acción al aire libre, en plena luz, ante la naturaleza, han sido nuestros ideales…” 

Seguir por esta senda, hará fecunda nuestra vida y abundantes las obras de nuestras manos. 

¡Que viva Guanacaste! 

¡Que viva la Anexión del Partido de Nicoya y que viva Costa Rica!