El papel del administrador en tiempos de incertidumbre

En las últimas décadas, el papel del administrador ha evolucionado más allá de la simple gestión de recursos. En el contexto actual, caracterizado por la incertidumbre constante y un entorno volátil, su función es más crítica que nunca. Costa Rica, aunque históricamente reconocida por su estabilidad política y su imagen de país verde y seguro, no escapa a los desafíos globales y locales que hoy exigen una nueva generación de líderes capaces de adaptarse, decidir con criterio y anticipar escenarios complejos.

Una Costa Rica sacudida por la incertidumbre

La incertidumbre en Costa Rica no es una idea abstracta, sino una realidad tangible que golpea diversos sectores estratégicos. Durante los últimos años, el país ha sido testigo de un aumento alarmante en la inseguridad ciudadana, con cifras récord de homicidios, más de 870 en 2024, la creciente presencia del narcotráfico en zonas urbanas y rurales, y la infiltración de organizaciones criminales en estructuras institucionales. El arresto reciente de un exministro de Seguridad Pública por supuestos vínculos con carteles internacionales encendió aún más las alarmas sobre la fragilidad institucional.

A esto se suma una disminución en la llegada de turistas internacionales y una baja de más de 300 millones de dólares en inversión extranjera directa durante el primer trimestre de 2025, afectando especialmente a las zonas francas, que tradicionalmente han sido motores de empleo y crecimiento económico. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha advertido que la inseguridad puede tener efectos directos sobre la percepción de riesgo país, y por ende, sobre la llegada de capital extranjero.

En este contexto, el administrador se convierte en pieza clave para sostener y reinventar las organizaciones, tomando decisiones no desde la comodidad, sino desde la crisis.

A continuación, se comparten cinco funciones esenciales del líder en las crisis

1. Anticiparse a los cambios y actuar con agilidad

El administrador moderno no puede operar bajo supuestos estáticos. La planificación estratégica debe incluir escenarios variables, simulaciones de riesgo y mecanismos de respuesta ante eventos imprevistos como bloqueos logísticos, conflictos políticos o afectaciones reputacionales. La agilidad para pivotear modelos de negocio, redirigir inversiones o reestructurar procesos marca la diferencia entre sobrevivir o desaparecer.

2. Liderar con transparencia y resiliencia

En medio del miedo, la especulación y la desinformación, el líder organizacional debe ser un comunicador confiable, capaz de generar confianza interna y externa. No se trata solo de tomar decisiones, sino de explicar el porqué, construir consensos y motivar al equipo en medio del caos. La resiliencia emocional, acompañada de una visión ética, es esencial para sostener organizaciones humanas en entornos hostiles.

3. Innovar con propósito

La innovación en tiempos de crisis no es un lujo, sino una necesidad. Ante la caída del turismo, por ejemplo, muchos emprendimientos han redirigido sus servicios hacia públicos locales o han generado experiencias virtuales. En el área de la inversión, las empresas están optando por modelos híbridos con mayor respaldo en activos reales, como inmuebles. Un administrador estratégico debe detectar oportunidades ocultas en medio de la adversidad y responder con creatividad basada en datos.

4. Fortalecer alianzas y cooperación institucional

En un país donde la seguridad y la gobernabilidad se ven amenazadas, la articulación con entes públicos, ONGs, organismos internacionales y actores del sector privado se vuelve indispensable. Los administradores no pueden trabajar de forma aislada. Deben formar parte de redes de colaboración que les permitan compartir información, recibir apoyo técnico y establecer mecanismos de contención ante riesgos externos.

5. Sostener la ética y la responsabilidad social como pilares

La incertidumbre puede llevar a decisiones cortoplacistas y poco éticas. Sin embargo, en estos momentos es cuando más se requiere un liderazgo con valores. Administrar con ética y compromiso social implica velar por los derechos de los colaboradores, por la sostenibilidad ambiental, por la transparencia financiera, y por la reputación institucional.

Como conclusión, Costa Rica, aunque enfrenta retos graves como la inseguridad, el narcotráfico, la caída del turismo y la retracción de la inversión extranjera, también tiene un capital humano y académico preparado para hacerle frente a esta coyuntura. En este escenario, el administrador no es solo un gerente de operaciones, sino un líder transformacional que debe aprender a decidir bajo presión, liderar con propósito y anticiparse al cambio.

Desde las universidades, como ULICORI, formamos a los nuevos profesionales con una visión crítica, ética y estratégica. Porque administrar en tiempos de estabilidad es fácil. Pero es en la incertidumbre donde se forjan los verdaderos líderes.

MBA Luis Faustino Rojas Rivas

Director carrera de Administración de Empresas